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Guitarra sin límites

Algo de técnica de guitarra española para mejorar con la eléctrica

Lo cierto es que, si habitualmente tocamos la guitarra eléctrica, las características físicas de la guitarra clásica (o española) resultan muy útiles para realizar ejercicios de fuerza y precisión. Los beneficios que obtengamos de los mismos se multiplicarán cuando volvamos al mástil de la eléctrica, con una distancia entre trastes menor y una acción de cuerdas más baja.

Hay un ejercicio que recuerdo de mi época del conservatorio llamado “independencia de dedos” que resulta especialmente conveniente, tanto por sencillo como por efectivo. Nos olvidaremos de la velocidad para centrarnos en la postura de la mano izquierda y el sonido. El objetivo es múltiple: mejorar el ángulo en el que pisamos las cuerdas (que debe ser de 90 grados), centrarnos en el control de la presión ejercida por cada dedo y mejorar la eficiencia de los movimientos sobre una misma posición (cuatro trastes) del mástil.

Lo primero en lo que vamos a fijarnos es en la posición de la mano izquierda y cómo la colocamos alrededor del mástil. Es importante que seamos capaces de sujetar la guitarra entre nuestro cuerpo y el brazo derecho, de tal forma que la mano izquierda no soporte ninguna tensión extra derivada de tener que soportar parte del peso de nuestro instrumento. La forma que debe adoptar nuestra mano izquierda nos debe recordar a la que tendría si estuviésemos cogiendo una pelota de tenis, con el dedo corazón opuesto al pulgar, pero ligeramente desplazado hacia el anular.

Con esta postura apoyaremos la yema del pulgar en el centro del mástil de la guitarra (algunas guitarras clásicas suelen tener una franja negra a lo largo del mástil, muy oportuna; se trata de una pieza de una madera más rígida que actúa como alma del instrumento). Con el pulgar apoyado, el resto de dedos deben colocarse perpendicularmente a los trastes sobre una misma cuerda, de tal forma que podamos pisar esta exactamente con la punta del dedo, sin utilizar parte de la yema para ayudarnos. Es importante mantener un espacio entre el lateral del mástil y la “C” que forman nuestros dedos índice y pulgar, esto es, que solo el pulgar de la mano izquierda se apoye sobre el mástil para ofrecer resistencia al resto de los dedos.

Este cambio, a priori incómodo, supone que tenemos que ser más precisos para pisar la cuerda en cada traste, pero, a cambio, necesitaremos menos fuerza para que cada nota suene correctamente. El siguiente paso será determinar la cantidad mínima de presión que necesitamos para que esto suceda; podemos comenzar apretando con más fuerza de la necesaria mientras tocamos esa nota repetidamente, e ir relajando la tensión hasta que comience a sonar sucia. Así sabremos la presión mínima con la que conseguimos un buen sonido en nuestra guitarra, lo que, con el tiempo, acabarán agradeciendo nuestros músculos y tendones (y nuestra velocidad en las progresiones).

Una vez colocada la mano correctamente, comenzamos con el ejercicio propiamente dicho. Para comenzar, y de la misma manera que si quieres aprender a jugar al póker, no empiezas por el laberinto de reglas del courchevel hi/lo, las primeras digitaciones de este ejercicio de independencia de dedos serán muy básicas:

un dedo por traste, a partir del quinto, y comenzamos en una progresión ascendente índice (1), medio (2), anular (3), meñique(4) (trastes 5, 6, 7 y 8). Es importante que todos los dedos estén a la misma distancia de la cuerda cuando no la pisan, y que pisemos la cuerda con un solo dedo por nota, sin dejar apoyados los que ya hemos usado al principio de la progresión.

Haremos dos pulsaciones por cada traste y pasaremos al siguiente. Una vez completado el ejercicio en la tercera cuerda, desplazamos ligeramente el pulgar del centro hacia la segunda cuerda para seguir conservando la perpendicularidad de nuestros dedos al pisarla, y repetimos la progresión. El objetivo es obtener un sonido limpio empleando la menor fuerza posible, así que no es momento de preocuparse por la velocidad del metrónomo. Finalmente, repetiremos el movimiento de pulgar y repetimos en la primera cuerda, para volver a pasar por la segunda y acabar en el punto de partida.

Una vez completada esta sencilla progresión cambiamos el orden, manteniendo el desarrollo por las tres cuerdas: pasaremos a hacer   1, 2, 3, 4/  1, 3, 4, 2/ 1, 3, 2, 4/ 1, 4, 2, 3/ 1, 4, 3, 2.

Este sencillo ejercicio nos permitirá ser más eficientes al pasar a la guitarra eléctrica, y sirve para corregir ciertos vicios que se derivan de una forma de tocar muy centrada en el apagado de cuerdas y los bendings.

imágen de portada: pxhere.com

Felipe Muñoz

Profesor de Guitarra apasionado de la música. Mi objetivo es ayudarte a aprender a tocar la guitarra.

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